Última modificación: 2018-01-14
Resumen
Yo soy Yo. Una afirmación claramente sencilla, y probablemente certera. Sin embargo, al analizar en profundidad este enunciado nos daremos cuenta de la gran cantidad de afirmaciones que estamos realizando. Una de ellas es que afirmamos nuestra identidad: Yo, el sujeto, soy Yo, me identifico plenamente conmigo mismo. A su vez, afirmamos nuestra situación, nuestra voluntad, nuestro ser en el mundo. Yo soy Yo, una entidad dueña de sus acciones, de sus pensamientos. Yo soy Yo, esto que sufre, que siente, que puede ser dañado. En La Trascendencia del Ego, Jean-Paul Sartre realiza un estudio fenomenológico del Yo y resalta estas características de nuestra identidad. El Ego es una entidad psíquica que soy yo, un Yo (Je) que posee actividad propia, un Mí mismo (Moi) que es, a su vez, pasivo. Ahora bien, ¿qué es el Ego que somos? En última instancia, yo soy esto: la naturaleza deíctica del pronombre señala, indica, muestra. En términos fenomenológicos, estamos frente a una trascendencia. ¿Una trascendencia de mí mismo? Exactamente así lo plantea Sartre: el Ego es un objeto del mundo, un trascendido, y en tanto tal, escapa a cualquier posible identificación con la conciencia, que es traslúcida, pura, vacía. Encontramos, entonces, que yo no soy Yo, no al modo de ser lo que soy, al menos, de la pura identidad conmigo mismo: la naturaleza de la conciencia es un perpetuo escapar de esta identificación. El Ego, entonces, ¿existe por sí solo en el mundo, es una entidad designada con nuestra identidad que ronda la existencia, vagabunda? No creemos que sea así. La naturaleza del Ego es ser trascendencia para la conciencia, y en este trabajo nos ocuparemos de intentar, al menos, vislumbrar de qué manera se constituye este objeto que soy yo. Si nuestras reflexiones llegan a buen puerto, posiblemente podamos echar algo de luz a la comprensión del surgimiento del Yo en el mundo, a su naturaleza y características, y, de esta manera, comprender cómo opera, cómo se vincula con el mundo y qué vínculos mantiene con la conciencia, absoluto no sustancial que sostiene la existencia.