Última modificación: 2018-01-14
Resumen
[Se trata] de encontrar el infinito de la historia detrás de la estabilidad del derecho, los gritos de la guerra detrás de las fórmulas de la ley y la asimetría de las fuerzas detrás del equilibrio de la justicia (Foucault, 1998: 52)
La propuesta de Foucault gira en torno a una cierta modificación en el pensamiento del poder. Debemos abandonar el modelo del Leviatán, en donde el poder es pensado como soberanía jurídica, como aparato estatal descendente, como bien detentado o cedido por cada individuo. A lo largo de su obra, Foucault contrapone a este modelo una analítica del poder en donde se analizará, no en términos de soberanía y obediencia, sino en términos de sujeción y dominación. En Genealogía del racismo rastrea el surgimiento de un nuevo discurso: el discurso histórico‐político. Éste da cuenta de los enfrentamientos y las luchas, las violencias que se ejercen para la instauración del derecho, de la ley. El discurso histórico‐político permite, pues, pensar la legalidad como efecto del ejercicio de la ilegalidad, y más importante, pensar “la Ley como legitimación a posterior de la ilegalidad que la instauró” (Esposito, 2005: 104). La actividad genealógica permite liberar los saberes sujetos ‐como totalidades continuas de la historia‐ para traer a la memoria las relaciones de fuerzas que producen la estabilidad de la Historia, la Verdad y la Ley. En otras palabras, el historicismo político visibiliza el entretejido bélico que conforma las relaciones sociales.