La hipótesis más amplia es que el experimentalismo musical busca absolverse de la música en el mismo gesto en que busca la absolución de la música en sí; se trata pues de un gesto complejo que incluye una apropiación. El proyecto estaría plenamente expuesto en la frase de John Cage que cita Michael Nymann en su famoso ensayo sobre música experimental: “Era un intento de expulsar la música; igual como uno manda a los niños afuera para que los mayores puedan seguir con lo que estaban haciendo”. (2006, p.148). Este “lo que estaban haciendo” vamos a conceptualizarlo, sin perturbar el sentido de la frase, como lo interesante. Y el ‘intento de expulsar a la música’, más allá de los niños y los mayores -nada de eso cuenta-tenía y tiene entonces por propósito ocuparse de lo que realmente interesa; o, dicho con más propiedad: de lo que interesa realmente. Y para eso hay que levantar las amarras. Lo que nos ancla y nos pierde dentro de la propia música son los puntos de vista asegurados desde donde se ve y se hace, que establecen un circuito cerrado, o que tiende a cerrarse, y finalmente una teoría que se interpone y obtura lo que interesa realmente. En un contexto musical general, estos puntos de vista, estos “puntos de referencia”, conforman uno de los polos de una estructura, el polo de la especulación, y carecen de sentido si no se los contrasta con los fenómenos en sí, con el otro polo, que llamaré el de la experiencia. Es así que la especulación y la experiencia conforman, por complementariedad, una estructura que tracciona y anima a la música, y desde sus inicios.