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El problema que se abordará trata acerca de los límites epistémicos y ético-políticos que determinadosusos de la tecnología imponen al aprendizaje en el ámbito escolar, sobre todo al concerniente a laeducación secundaria.Mucho se ha dicho y escrito sobre los usos de los nuevos dispositivos informáticos, algunas posiciones afavor creen que estamos ante nativos digitales, con nuevas conexiones cerebrales potenciadas pornovedosos dispositivos que amplían las capacidades humanas. El conocimiento estaría a la mano detodos; enseñar y aprender parecería una cuestión de adquisición de habilidades selectivas, las cuales elprofesor ayudaría a desarrollar.Sin embargo, el problema es qué lugar le queda, entonces, al aprendizaje, si todo está dado y losprogramas de software o aquellos propios de la educación virtual pueden reemplazar todo proceso decontacto intersubjetivo. Si se atiende a los planteos de Berardi, Cullen y Dussel, el ocaso de la reflexión yla confusión información por conocimiento pueden traer como consecuencia una vuelta al dogmatismo;no sólo al religioso, sino al de un capitalismo absoluto (Berardi 2016).Una tarea alentadora de la Filosofía de la Educación sería la de contribuir a la liberación de las atadurasdel sistema informático, al menos en aquellos aspectos en los que éste se muestra como mecanismo decontrol. ¿Podrá una pedagogía crítica encarar tal objetivo? Y, dadas las tendencias des-historizantes ydislocadoras que conlleva el espacio virtual, ¿habrá alguna alternativa de “echar raíces” -un aciertofundante al decir de R. Kusch (1978)-, capaz de interpelar el vacío cultural con que nos amenaza la “aldeaglobal”?