El estoicismo ocupa un lugar cautivo entre las filosofías que fueron predominantes en la formación intelectual del mundo grecorromano. Desde el surgimiento en el contexto histórico del helenismo, los primeros representantes de esa escuela crearon una base sólida, que perseveró mientras una de las referencias filosóficas más influyentes para la cultura occidental. Durante mucho tiempo, en el seno del Imperio Romano, el estoicismo disfrutó de un prestigio inconmensurable en medio de la literatura y la política romana. Es sorprendente reconocer la importancia del estoicismo dentro del sistema político de la Roma antigua y constatar que esa filosofía surgió en razón de Crates, un cínico sin mucha expresión y poco reconocido, que fue maestro de Zenón y inspiró los primeros pasos del precursor de los estoicos. ¿Cómo podría el cinismo haber originado una filosofía de esa magnitud y convertirse en guía para senadores y emperadores del mayor imperio de Occidente? El cinismo se basa en una contraposición absoluta que distingue los elementos de la vida humana entre lo que es natural y lo que es convención. Los cínicos desprecian todos los artificios que son producidos por el hombre para la vida en comunidad, sean ellos las leyes y la moral o el arte y la cultura. Este fue el punto de división, pues en el estoicismo el poder de organización colectiva del hombre pasa a ser entendido como algo natural que refleja la armonía del cosmos, las leyes y la vida en sociedad se entienden como una expresión natural que refleja la esencia de la naturaleza humana. Marco Aurelio, que ocupó la notoria posición de emperador romano, se adhirió al estoicismo y siguió los principios éticos de esa escuela como modelo para su vida. En las Meditaciones observamos un filósofo extremadamente dedicado al estoicismo, que ejercita asiduamente los preceptos filosóficos, en un intento de repensar su actuación política. El estoicismo defiende la concepción de que la conciencia humana es inalcanzable a las impresiones del mundo exterior. Todo lo que juzgamos bueno o mal viene de un juicio interior, del modo en que lidiamos con las cosas y no como los sentidos y la imaginación representan la realidad. En la ética estoica hay una preocupación fundamental con la gloria, la riqueza y el poder. Marco Aurelio absorbe esas enseñanzas y comprende que el deseo por estas cosas es lo que hay de más nocivo para la salud de un gobernante. Para convertirse en un gobernante virtuoso es preciso, principalmente, ser indiferente a los placeres, no ser seducido por los privilegios oriundos del poder y pautar sus acciones siempre con el propósito de someter la voluntad individual al bien moral y colectivo. Marco Aurelio ciertamente es un ejemplo único en la historia, de cómo la filosofía puede ser una aliada imprescindible para orientar las acciones políticas de un gobernante. En esta presentación realizaré una interpretación de las Meditaciones, con el objetivo de demostrar cómo el modelo de sabiduría de la filosofía estoica fue determinante para el éxito del liderazgo político de Marco Aurelio.