Este trabajo se propone analizar de forma comparativa las vitae correspondientes a los santos ascetas Simeón (390 - 459 d.C.) y Daniel (409 - 493 d.C.). Si bien ambas hagiografías parecen estar conectadas narrativamente, en tanto quien escribe sobre Daniel menciona explícitamente que Simeón fue su maestro e inspiración para el legado del estilitismo, consideramos que el topos literario de la hagiografía varía cualitativamente si se las compara. Es por ello que nuestro objetivo es caracterizar la construcción de la figura del estilita como holy man entre los siglos V y VI d.C., discerniendo entre la construcción de un modelo hagiográfico y los objetivos particulares de cada autor a la hora de escribir sus biografías.

Tomando los momentos previos al ascenso a las columnas, donde cada asceta se encierra en distintos lugares para enfrentarse a demonios y tentaciones, proponemos pensar que la construcción que hace el hagiógrafo de Simeón en la Vida Siríaca es la de un sujeto pasivo, que si bien gana las batallas, su rol contra ellas es prácticamente nulo en tanto quien juega el rol protagónico es Dios. En contraposición, observamos que el autor de la vida de Daniel lo representa como un sujeto activo en la lucha contra los enemigos de la fe (demonios, detractores e incluso emperadores herejes), siendo él quien toma un papel protagónico y central en cada lucha.

Siendo así, para el caso de Simeón Estilita, tomamos como hipótesis que el hagiógrafo construye un santo pasivo, supeditado a la voluntad de Dios, en tanto la Iglesia estatal necesita conformar una ortodoxia. Hacia el siglo V, la popularidad de los santos sirios a partir de sus prácticas mortificatorias, implicó para las autoridades eclesiásticas un conflicto a resolver en tanto era un movimiento anárquico que debía replegarse hacia las directrices estatales. Responder a la autoridad de Dios, entonces, implicaba también responder ante la Iglesia como autoridad terrenal.

En tanto, la belicosidad adjudicada a Daniel Estilita, está centrada en la construcción de un santo de carácter activo, desbordante de autoridad, llegando incluso a actuar como mediador y juez en una disputa entre el emperador Basilisco y el patriarca Acacio, eclipsando a ambas figuras. Su encierro voluntario en un templo pagano tomado por demonios exhibe su primer ataque a los enemigos de la fe. El hagiógrafo de Daniel, persigue la construcción de un santo de carácter combativo destinado a actuar como ejemplo y envalentonar a las autoridades eclesiásticas y creyentes de su tiempo a brindar una resistencia de carácter más activa en tiempos del “silencio obligatorio” impuesto por el Henotikon.