Relevando los papeles privados de María Laura Schiavoni (1904-1988) nos encontramos con un universo mucho más amplio que el que las pocas líneas escritas sobre su figura y su obra expresan. Han dejado un escueto semblante sobre nuestra artista, enraizado en los estereotipos de género, voces de varones como Ricardo Ernesto Montes I Bradley (1947) –cuyo ensayo se denomina “La catarsis plástica de María Laura Schiavoni”–, Cayetano Córdova Iturburu (1965)  –quien señaló que María Laura cargaba con “las desventajas de un apellido ilustre en la historia del arte de Rosario, su ciudad”– y Manuel Mujica Láinez (1966) quien la incorpora en su publicación dedicada a La pintura ingenua. Sin embargo, la correspondencia sostenida por la creadora con directores de Museos municipales, provinciales y nacionales, así como su confrontación, también por la vía epistolar, con aquellos que estaban realizando formalizaciones históricas del arte local como Isidoro Slullitel (1968) y Emilio Ellena (1960) revelan a una mujer que conocía la dinámica del campo del arte y buscaba dejar de su vida un trazo. Se trata de un caso de estudio específico sobre una artista mujer, omitida en el discurso canónico de la historia del arte local, y también, de la recuperación de su itinerario artístico a partir del relevamiento y el estudio de sus papeles privados.