Última modificación: 2018-11-27
Resumen
Los dos cuentos de Angélica Gorodisher “El beguén” (1998) y “Conodio” (2016) pueden ser leídos junto a otras ficciones y crónicas que giran alrededor del crimen de mujeres que matan en situaciones de máxima inseguridad. Entre ellas se encuentran la nouvelle argentina Le viste la cara a Dios (2012) de Gabriela Cabezón Cámara, La rumba (1891) del escritor mexicano Ángel de Campo, donde la protagonista, una prostituta, mata a su prostituyente; Muñeca brava (1993) de la escritora chilena Lucía Guerra, en la que Alda, la figura central, tras ser detenida por ejercer la prostitución durante la última dictadura militar chilena, intenta matar al represor Augusto Pinochet. También puede vincularse con la crónica periodística escrita por la antropóloga mexicana Roxana Reguillo, “Diana, la cazadora de ruteros”, sobre un personaje a quien se le atribuye haber matado a dos conductores que violaron y asesinaron mujeres en Ciudad Juárez en el año 2013. Si bien las mujeres asesinadas y Diana no ejercieron la prostitución, sí fueron víctimas de delitos sexuales seguidos de femicidio, lo que la incluye en este corpus. Otros relatos de la misma serie, que en este apartado se tomarán como ejemplos de la cartografía de lo político-ficcional-prostitucional, son el cuento “Emma Zunz” (1949) de Jorge Luis Borges, Hay que sonreír (1966), de Luisa Valenzuela, Qué raro que me llame Guadalupe (1999) de Myriam Laurini, De putas y virtuosas (2008) de Óscar Collazos, entre otros. Veremos aquí que estos personajes no matan bajo la tipología del crimen pasional, generalmente atribuido a las mujeres, sino que matan o mueren en el intento, cuando el derecho las excluye como sujetos de derecho y cuando deben operar en contra de la verticalización del poder punitivo, a pesar de que al matar lo hagan con pasiones como, por ejemplo, el odio.