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Un síntoma común que puede rastrearse en las revistas literarias de la década del noventa es aquel que señala la pérdida del compromiso político del escritor respecto del lugar que ocupaba en los años sesenta, la preponderancia de los medios masivos legislados por criterios mercantiles, al igual que premios y concursos, y también la pregnancia de una especialización que excede a la academia y acapara tanto al periodismo cultural como a la literatura misma. De este modo, se verifica un aletargamiento de la cultura donde todas las manifestaciones artísticas parecen ocupar una posición visiblemente relegada. El presente trabajo se centra, en primer lugar, en la revista V de Vian (1990-1999), cuyos números recorren todos esos diagnósticos y llevan adelante un combate mayormente centrado en contra de la academia, con su sede en la Facultad de Filosofía y Letras y en revistas como Babel y Punto de Vista. Resulta productivo sumar, en segunda instancia, la intervención del escritor de El desierto y su semilla (1998), Jorge Baron Biza, como crítico de arte inmerso en los medios de difusión que, sin relacionarse con el colectivo anterior, comparte sus lineamientos y encuentra, también, los orígenes de la “Mala crítica” en el academicismo cultural. Sin embargo, sus propuestas encontrarán salidas divergentes con respecto a lo considerado plausible de ser incorporado por la crítica académica y su presencia al interior del periodismo cultural. El análisis problematiza la construcción de sus identidades que se pretenden al margen del campo intelectual y de toda pertenencia académica para, por el contrario, verificar múltiples dialectizaciones y diálogos que resultan, quizás, más productivos que las “molestias” que intentan provocar.

revistas literarias; periodismo cultural; crítica académica