Última modificación: 2017-11-13
Resumen
La infancia doliente es una de las representaciones dominantes relacionadas con la niñez en los sistemas iconográficos del presente, sobre todo en los medios masivos. La guerra, en particular, nos acerca imágenes que resultan tanto o más horrendas cuando se encuentran centradas en los niñxs. A pesar de la constatación de que son los sujetos infantes los más damnificados por toda clase de conflictos, el tratamiento de estos por parte de los adultos se caracteriza por una permanente resistencia a ampliar sus derechos ciudadanos y por una insidiosa estigmatización cuando de lo que se trata es de encontrar chivos expiatorios. Uno de los artistas plásticos que mejor interpretó en toda su producción este tópico es el austríaco Gottfried Helnwein (Viena, 1948). Su obra comienza en los años setenta confrontándose con las secuelas negacionistas del nacional-socialismo. Se extiende hasta un presente en donde emergen nuevas preocupaciones vinculadas con la niñez, siempre teniéndola como principal -y obsesiva- temática. Sus cuadros exhiben rostros infantes que nos interpelan desde una estética definida como de un “hiperrealismo siniestro”. Esos niñxs aparecen como los verdaderos fantasmas de nuestra cultura. En varios sentidos se puede hablar de la espectralidad de estas figuras que circulan en imágenes pictóricas, pero que nos hablan desde otros rincones de la producción cultural. En la literatura argentina, por caso, encontramos sugerentes ejemplos de esta construcción ficcional. La novela El Dock (1993) de Matilde Sánchez, nos coloca ante uno de estos niñxs adultizados. En ese sentido, puede ser puesta en diálogo con una novela posterior, 9 Minutos (2005) de Lucía Puenzo. La ponencia apuntará a leer estos dos textos en su cruce con la pintura, a partir de la figura del infante espectral.