Última modificación: 2017-11-13
Resumen
Entre las múltiples transformaciones que se desprenden del proceso de modernización impulsado por la élite cultural y política en la Argentina de finales del siglo XIX y comienzos del XX, una no menor es la que se corrobora en torno a los modos de pensar, estudiar y representar el cuerpo humano, en su más estricta faceta material y biológica, y sus zonas de contacto con la animalidad. El despliegue de discursos científicos o pretendidamente científicos, más o menos arraigados en lecturas no siempre fieles del evolucionismo darwiniano, y legitimados por la filosofía positivista que marcaba el clima de época, pondrá de relieve los vínculos que emparentan la anatomía y la fisiología de hombres y animales y sus respectivos desarrollos como especies, pero también invitará a la extrapolación de la mirada biologista al terreno de lo social. En la misma sintonía, el Estado nacional en vías de consolidación desplegará prácticas y discursos tendientes a incorporar bajo su esfera de influencia la vida biológica de una población creciente y diversificada.
El trabajo propuesto pretende estudiar los modos en que el ensayo y la novela evidencian, al abordar estas problemáticas, una renovación y expansión del imaginario sobre lo corporal y lo animal. En los textos de este período, a las alusiones clásicas en sentido figurado se suman las nuevas miradas que remiten al cuerpo y la animalidad en estricto sentido literal y con voluntad analítica. En Las multitudes argentinas, de José María Ramos Mejía, por caso, la noción de “cuerpo social” no responde únicamente a la antigua analogía que circula en los clásicos de la filosofía política, sino también a la perspectiva biologista de su autor. En Irresponsable, de Manuel Podestá, por otra parte, la animalidad de los personajes no remite únicamente a una convencional estrategia de caracterización literaria, sino también a los presupuestos teóricos de ambos autores, para los cuales los individuos que no respondían a la noción de normalidad imperante eran ejemplos de degeneración de la especie, o de restos atávicos que retrotraía al humano a su primitivo origen animal.