El presente trabajo pretende realizar una revisión crítica de la polémica producida en torno a las memorias de Herculine Barbin, un/a hermafrodita del siglo XIX que, mediante un procedimiento médico-jurídico, se somete a una reasignación de sexo, lo cual lo/la condena a una insoportable marginación social, por lo que acaba con su vida pocos años después de su cambio de identidad. En 1980, Michel Foucault publicó el manuscrito junto a una introducción de su propia autoría, intitulado “El sexo verdadero”. Allí define al pasado evocado por Barbin en sus diarios como “los limbos felices de una no identidad”.  Esta afirmación recibirá una serie de objeciones por parte de Judith Butler, quien sostiene que la lectura de Foucault no admite las relaciones de poder que generaron y condenaron la sexualidad de Herculine. Así las cosas, nuestro análisis de las lecturas de estos dos filósofos se centrará en las implicancias que tiene el suicidio de Barbin en cada una de ellas. En principio, contrastaremos las conclusiones que Butler extrae con respecto a la lo dicho en “El sexo verdadero” con aquellas que la misma autora formula al abordar un caso similar, el de David Reimer. De allí se desprenderá que las diferencias se deben a que el suicidio de Barbin no le permite desplegar los fundamentos de su ética, condicionando su análisis. Finalmente, examinaremos un texto de 1979 en el que Foucault, en claro tono irónico, argumenta a favor del suicidio, en respuesta al hecho de que las sociedades modernas hayan convertido a la muerte en un tabú, como consecuencia del predominio de la biopolítica. La revisión de los escritos de 1979 y 1980 demostrará que ambos dialogan entre sí, lo cual se vincula con el desarrollo de la noción de subjetivación en esta etapa de la producción filosófica de Foucault.