Última modificación: 2017-11-13
Resumen
Sabemos desde Foucault que el cuerpo es el espacio material en el que se inseminan las determinaciones simbólicas de una época. El neobarroco latinoamericano (de una parte, heredero del barroco imperial, de otra parte, resistente a él) es expresión de una época para la cual el cuerpo es sede material de esas inscripciones simbólicas. Me propongo referirme al cuerpo como materia y desecho a partir de algunas obras del escultor mexicano Javier Marín, en particular en “Terra. La materia como idea” (Palacio de Iturbide Ciudad de México) y “Corpus” (Colegio de San Ildefonso, ciudad de México). Cargado de fuertes estigmas sociales, cuerpo-desecho provoca nauseas, apesta, es considerado impuro. Como inmundicia, no constituye ‘mundo’ si bien está en el mundo como su condición. En su exceso, los cuerpos esculturales y colosos de Marín oponen resistencia a ciertas formas de corporalidad estandarizadas. Al mismo tiempo, expresan el horror que despierta su condición de desecho. Nos proponemos presentar esta obra como un modo de convocar a la reflexión, no sólo acerca de los cuerpos, sino también acerca del estatuto de una obra que, como sus cuerpos-des(h)echos, se rehúsa a entrar en los cánones del arte occidental, que no se prestan a ser simple mercancía.