El zombi es tratado como atributo de una estética moderna donde el cuerpo monstruoso es leído como una belleza alterna. Por intermedio de la transformación del hombre en zombi se atiende al lado material y degradado del “ser”, en el que queda expuesta violentamente la carne de un cuerpo sin alma. Su cuerpo mora en un estéril páramo. Forma parte del caminante sin conciencia que se moviliza en masa, se desplaza buscando nuevas víctimas en el habitáculo del inframundo. El ejercicio escrito propone una semblanza de títulos que recorren la narrativa Z, dialogan de manera transversal con la Modernidad líquida, repasa zonas teñidas de horrores históricos como antecedentes directos de la mutilación en vida de los cuerpos humanos. El films Guerra mundial Z, colabora como ejemplo narrativo que propone al zombi como una alegoría existencialista de la humanidad. Advierte sobre la posibilidad de que acontezca una pandemia, originando con ello un apocalipsis prefigurado en la literatura hebrea. El texto concluye valorando, aunque lo hace desde el inicio, el hipnótico poder de seducción que generan las criaturas muertas – vivas en los receptores de todas las edades.