Nuestro país, Colombia, atraviesa un complicado proceso de reconciliación que compromete a todos los actores que hicieron presencia en cada uno de los escenarios del conflicto armado  durante más de 60 años. Mujeres, niños, campesinos, ancianos, periodistas, políticos, sicarios, todos envueltos en dinámicas particulares que obligan a cualquiera que intente analizarlos a indagar en el detalle, en lo intimo de la vivencia, a narrar con la palabra de sus propios hechos.

De esta manera, esta investigación parte de una premisa central: el conflicto en su expresión más personal  se vivencia en la intimidad de los cuerpos. A partir de esto, lo que me propongo no es otra cosa que posibilitar narrar estas experiencias intimas en la figura particular del “Sicario” en Colombia (Asesino a sueldo), centrándome específicamente en sus procesos de creencia místico-religiosos tales como la bendición de balas, los tatuajes de Santos y su afición masiva a rezos y brujos.

Finalmente, este análisis estará enfocado en las figuras sicariales presentes en tres largometrajes colombianos: La Virgen de los Sicarios (Dir.: Barber Schroeder – Año 2000), Rosario Tijeras (Dir.: Emilio Maillé – Año 2005) y Perro Come Perro (Dir.: Carlos Moreno – Año 2008). Todos estos, personajes envueltos en tres periodos históricos sensibles en la Colombia del nuevo milenio y que cosifican, a su vez, corporalidades en consonancia con las vivencias de la guerra y la creencia en un país que presenta, a su vez, un 92% de creyentes adscritos al catolicismo y más de 10.000 Sicarios agrupados en 10 bandas criminales o neoparamilitares en todo lo largo y ancho del país.