Cruz diablo (1997) de Eduardo Blaustein representa la brutal polarización espacial y social que se consolidó en los años noventa a partir de un relato de anticipación en el que convergen sofisticadas tecnologías futuristas con motivos y tropos propios de la literatura argentina del siglo XIX. En ese espacio liminar entre la colonia y la nación, la ciudad y el interior, el gaucho y el cyborg, en definitiva, entre el pasado remoto y el futuro lejano, no sólo tienen lugar los juegos de negación y de rechazo a partir de los cuales se funda el lugar común; también se gestan allí fuerzas de liberación o de resistencia. En la presente comunicación analizaremos las configuraciones de esta geografía “guetoizada” y las subjetividades que la habitan teniendo especialmente en cuenta sus vínculos con los patrones de lectura, legitimidad y verosimilización de la literatura decimonónica. Este diálogo con la literatura fundacional pone de relieve, por un lado, la pervivencia  de un imaginario político compuesto por ideales de civilidad coloniales, discursos racistas y prácticas absolutistas de ejercicio del poder, que sigue jugando un papel central en la formación de identidades raciales, de género, religión y clase. Por otro, permite apreciar los cambios en las formas de colonización del espacio: los proyectos de transformación efectiva de los espacios existentes o, en palabras de Jameson, la “amplia transformación protopolítica utópica” se sustituyeron por proyectos urbanísticos en abierto antagonismo con lo existente. En definitiva, se recupera la frontera como objeto de representación y como posición enunciativa en los análisis y diagnósticos sobre la debacle social y económica del país reconociendo a la vez continuidades y rasgos específicos en cada contexto histórico.