Última modificación: 2019-11-26
Resumen
La presente ponencia tratará sobre poesía femenina posmoderna en el Chile actual. Para esto, se intentará hacer un mapa que proponga distintas miradas sobre la escritura y cuerpo.
En la poesía chilena actual, el cuerpo es un lugar expresivo que presenta variadas dimensiones performáticas: es un espacio que deviene en distintas figuras y representaciones, una performance que muta y transmuta distintos sentidos. A modo de corpus: Nadia Prado con Jaramagos (2016) y Verónica Jiménez con La aridez y las piedras (2016), el cuerpo es el cato fúnebre que resiste el olvido, por lo tanto, la escritura poética es un acto de memoria; Gladys González con Pequeñas cosas (2015), el cuerpo cotidiano muestra una posibilidad de rearticularse en la desidia del mundo neoliberal: Florencia Smiths con Estudios sobre la distancia (2018) y Estética del tajo (2018) propone una resignificación del daño y la soledad: la escritura es un pulso del deseo, “escenificado” en el cuerpo de la mujer; Daniela Catrileo con Río herido (2016), el cuerpo es la cesura entre la memoria y el olvido; finalmente, Yeny Díaz Wentén con Animitas (2017) y La hija de la lavandera (2018) ocupa la escritura testimonial (cantos y epígrafes) para evocar una historia de la violencia patriarcal hacia distintas mujeres (mapuches y anónimas).
El corpus expuesto será revisado desde la performance escritural (Deleuze) y, principalmente, desde la noción de “política de la literatura” de Ranciere para proponer un mapa de la poesía femenina chilena desde el “reparto de lo sensible”, el cual sistematiza las “sensibilidades” en un tiempo y espacio posmoderno (globalizado, marcado por el mercado, por ejemplo) que van dialogando con el cruce entre política y literatura de las poetas mencionadas.