Última modificación: 2019-11-21
Resumen
Fullmetal Alchemist (2001) de Hiromu Arakawa, es una reformulación tanto del drama Fausto (1808-1832) de Johann Wolfgang von Goethe, así como también de los sujetos históricos conocidos como alquimistas. Unas de las aspiraciones de estos proto-científicos y médicos filósofos, tanto en la ficción como en la realidad, fue la creación de una vida artificial, mejor conocida como homúnculo (homunculus, “hombrecillo”), a partir de procedimientos esotéricos. En la historia de la mangaka, los homúnculos son los principales antagonistas de la serie, quienes son emanaciones de un mismo ser conocido como Padre. Este, el homúnculo primigenio, tiene por deseo obtener un cuerpo o recipiente capaz de contener a Dios en sí mismo para lograr controlar las leyes que rigen la alquimia y, por ende, el universo todo. Desde esta perspectiva, la criatura es un ser imperfecto en tanto que es pura esencia, pero carece de materialidad.
La concepción del cuerpo, y por ende del sujeto, es un tema recurrente en dicho manga: toda persona que realiza una transmutación humana, práctica tabú para los alquimistas, no solo pierde uno de sus órganos o extremidades, sino que también acaba por crear un ser amorfo que dista de ser un individuo; muchos personajes cuentan con partes metálicas llamadas “automails”, prótesis biónicas que se conectan directamente a las terminaciones nerviosas de los lisiados para suplantar la zona perdida; las quimeras, amalgamas de seres vivos, son enemigos secundarios dentro de la obra; incluso las historias de Alphonse Elric y Nina Tucker encierran profundos cuestionamientos acerca de lo que se considera una persona. En el siguiente trabajo compararemos el rol del homúnculo en la obra del autor alemán con la de los oponentes del manga de Arakawa, al mismo tiempo que analizaremos en qué medida alma y cuerpo son dos factores disociables y no necesariamente complementarios.