Última modificación: 2019-11-21
Resumen
“Si muero será con mucha sorpresa de mi parte y no lo callaré. Estoy comodísimo con el siguiente arreglo: de resucitar cada mañana y calzarme el mismo cuerpo de nuevo”. La frase escrita por Macedonio Fernández en los años veinte condensa el dispositivo que atraviesa su literatura cuanto su vida: el experimento de sí mismo que implica también una manera de experimentar el mundo.
Nos interesa revisar Su Eudemonología y su Diario de Vida e ideas, textos en los que nuestro autor anota sistemáticamente los ejercicios cotidianos para entender el misterio del yo. Allí intentará reconocer la intrínseca relación entre dolor y placer y formular ciertas reglas que permitan la mejor forma de vida. Como Schopenhauer, en El arte de bien vivir, se propone un tratado de la existencia feliz que regule la vida cotidiana. La observación de su propio cuerpo constituirá un programa diario de trabajo que le permitirá hacer experimento con la vida y con la literatura. Se trata de una crónica que parte del registro detallado de los cambios y fenómenos psíquicos y corporales. Esta intención de verdad práctica como camino para la verdad metafísica recorrerá toda su obra. “Diario de Vida e Ideas” se puede definir como un conjunto de textos que prefiguran las autobiografías ficcionales de Papeles de Recienvenido. No toda es vigilia la de los ojos abiertos será el compendio de sus escritos metafísicos y Museo de la Novela de la Eterna, su novela buena, la constitución literaria de la forma del sujeto que Macedonio define. En contra de la figuración del “yo”, la práctica del sí mismo permite desocultar el Misterio del ser, en términos macedonianos. El “sí mismo” es una suerte de camino para develar, entonces, el enigma de lo humano que tiene en los experimentos con el cuerpo y el pensamiento los modos que los griegos llamaban la “melete” (meditación) y la Gymnasia (el entrenarse a sí mismo)