Última modificación: 2019-11-21
Resumen
El cuerpo femenino encierra secretos. El cuerpo femenino alberga todo tipo de tensiones. El cuerpo femenino es una amenaza. La historia, sus narrativas y sus imágenes dan diversos ejemplos de cómo esas ideas fueron apareciendo, mutando y avanzado hasta nuestros días. Las representaciones del cuerpo femenino y de sus gestualidades, han sido el lugar donde las pasiones humanas, sus vicios y sus pecados encontraron parangón.
La imagen femenina es belleza y fealdad, magna mater y pecado, devoción y concupiscencia. Su cuerpo es templo de diversas tensiones que el arte siempre intentó retratar. La mujer, tradicionalmente confinada al ámbito de lo doméstico y la maternidad, también era hechicera, la compañera de la luna, la noche y la oscuridad. En la representación de lo femenino ha habitado desde siempre la tensión entre la sujeción y el desacato.
En estas páginas, quisiéramos retomar algunos caminos planteados por Aby Warburg en su Atlas Mnemosyne en torno a la mujer y el pathos de la destrucción. Nos interesa pensar la gestualidad femenina como espacio de cristalización simbólica relacionada a un ser dual y polar, donde el mal siempre está sujetado y en lucha. La producción y la historia de las imágenes han logrado ilustrar (¿crear?) una “fuerza vital femenina” que pareciera emanar de esa lucha y esa función polar, resultando en una naturaleza oscura, desbordante y bestial.
El vínculo entre lo femenino y ese pathos de la destrucción, un pathos que proponemos llamar “ferviente”, no ha desaparecido. Por el contrario, intentaremos presentar cómo ese pathos se ha actualizado y es retomado en el arte contemporáneo. En las presentes páginas, proponemos pensar estas cuestiones, abordando la película Antichrist del director danés Lars von Trier (2009), y allí analizar aspectos y gestualidades que conformarían la imagen de lo femenino como “fuerza ferviente”.