En esta ponencia nos interesa analizar la deconstrucción del concepto de soberanía realizada por Derrida a partir del abordaje de la animalidad. La soberanía moderna se sustenta en el paradigma humanista, que piensa la política desde el establecimiento de fronteras con lo animal y con lo divino. En la modernidad el Estado comienza a pensarse como producto de un orden artificial, que puede legitimarse por sí mismo y no a través de un orden natural preexistente o trascendental. Así, el Estado es concebido como un gigantesco mecanismo, creado por medio de la razón de los individuos humanos. Si bien este tipo de posicionamientos cientificistas continúan siendo hegemónico en el pensamiento occidental, teorías postmodernas como las de Derrida posibilitan problematizar sus supuestos humanistas. La puesta en cuestión de las fronteras entre lo humano, lo animal o bestial y lo divino pone en crisis la posibilidad de definir la soberanía en su mismidad. Esta definición moderna de soberanía descansa, según Derrida, en la ipseidad, que remite a la mismidad de lo mismo. La lógica soberana ipse constituye una negación de lo otro porque neutraliza la alteridad singular y excepcional de lo que viene y de quien viene. Dentro de este esquema, que privilegia el “sujeto humano”, el animal aparece como el otro más radical. Analizar el habitar fantasmático del otro en la figura del soberano abre paso a pensar la contradicción al interior de la soberanía. Así, frente al modelo racionalista de soberanía, Derrida apuesta por una metafísica onto-zoo-antropo-teológico-política, que disloca toda retórica de lo propio. Esto implica pensar tanto la contaminación presente en la figura del soberano, que está desde siempre espectralizado por el otro, como una política de apertura al otro o un “dar lugar al otro” (viviente humano, viviente animal).