Última modificación: 2017-09-11
Resumen
Los estudios sobre el mundo universitario argentino han puesto especial empeño en destacar la modernización operada en el seno de las academias (y del campo intelectual en su conjunto) en el período abierto tras el golpe de Estado de 1955. Si bien al mismo tiempo se han reconocido limitaciones, subyace todavía una imagen gobernada por la idea de la transformación generalizada. Así como parece indudable que se suscitaron cambios significativos, no sería menos cierto admitir la pervivencia de líneas de continuidad y de maridajes entre lo presuntamente viejo y lo presuntamente nuevo, entre lo residual y lo emergente.
La literatura sobre la historia de las universidades argentinas mucho ha insistido sobre la centralidad de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) en el proceso de renovación político e intelectual de la segunda mitad de los años cincuenta, propiciado por personalidades y grupos de ascendiente reformista. Sin embargo, la presencia de cuadros procedentes del humanismo, del nacionalismo duro o moderado, de vertientes del catolicismo contestatario y de las incipientes formaciones filo-peronistas no fue en modo alguno intrascendente, así como tampoco su posterior adherencia a programas insurreccionales. El peso específico de tales pertenencias -muchas veces subvaluado- se advirtió no solo en la dirección de institutos y departamentos sino también en la designación de decanos y rectores. En su seno se evidenciaron, asimismo, los reposicionamientos que la relectura del hecho peronista propició en diferentes sectores universitarios: desde la desintegración del reformismo clásico hasta la integración de corrientes aparentemente contrapuestas, desde la peronización de una porción de la izquierda tradicional hasta la secularización de los agrupamientos católicos.
El propósito del presente artículo es analizar la formación de identidades políticas en la FFyL entre 1955 y 1975, atendiendo a los sucesivos cambios en las matrices ideológicas, los realineamientos, las divisiones, las fusiones y las tomas de posición respecto del devenir interno y externo. La hipótesis de la que se parte es que, aun manteniéndose dentro de los límites impuestos por la lógica académica, las identidades políticas se moldearon sobre la base de una permanente interpelación al extramuros universitario, siendo la relectura del hecho peronista -y no tanto los conflictos entre izquierdas y derechas- el telón de fondo de la cartografía universitaria. En ese sentido, lo que se buscará mostrar es el modo en que, en una época de creciente efervescencia colectiva, un sector de la juventud devino un actor significativo de la política nacional.