Eventos Académicos, 39 ISCHE. Educación y emancipación

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El magisterio primario y la a emancipación de la mujer de Paraná en la primera mitad del siglo XX
Antonio Gomes, Ariclê Vechia Ferreira

Última modificación: 2017-07-17

Resumen


Durante las primeras décadas del siglo XX, uno de los ideales del gobierno brasileño era el de alfabetizar y formar cívica y moralmente el pueblo brasileño, con el objetivo de transformar Brasil en una nación comparable a las más progresistas del siglo. La generalización de la escuela primaria pública dependía de la expansión y de la mejoría de la formación de profesores. Para suplir la falta de profesores del sexo masculino, el gobierno pasó a fomentar la formación de jóvenes del sexo femenino para ejercer el magisterio primario y, así, lograr el deseado desarrollo del país. La formación de profesoras debería ocurrir principalmente en las Escuelas Normales entonces existentes. Este estudio tiene por objetivos analizar las finalidades de la formación en la Escuela Normal del estado de Paraná en la primera mitad del siglo XX, bien como analizar la percepción de profesoras que ejercieron el magisterio primario de 1930 a 1950 sobre su “estatuto” en la sociedad. Se trata de un estudio socio-histórico que tuvo como fuentes Leyes, Reformas y Reglamentos de la Escuela Normal de Paraná en el período mencionado, entrevistas con profesoras que ejercieron el magisterio en el estado de Paraná en el período estudiado, como también bibliografía pertinente. La investigación demostró que a partir de 1920 el gobierno del estado de Paraná y la sociedad de este estado en general pasaron a revalorizar el magisterio femenino. Además de la feminización del magisterio, por el aumento del número de mujeres que ingresaron en la profesión, la concepción de magisterio primario pasó a ser asociada a características femeninas. Se relacionaba magisterio con función materna, con feminidad y sus tareas de educar y socializar los niños, o sea, una misión a ser cumplida por la mujer. A partir de la década de 1930, la educación pasó a ser percibida como un instrumento para disciplinar moralmente la población, enseñar hábitos de higiene y formar ciudadanos leales al Estado. La profesora, por lo tanto, debería ser de una clase social que tuviese hábitos más refinados, buena conducta y firmeza de carácter. Desde el punto de vista de las jóvenes y de las mujeres, estudiar en la Escuela Normal y ejercer el magisterio era una manera de emanciparse de sus padres o de sus esposos. Ser profesora normalista era el ideal a ser alcanzado por las hijas de la clase media alta a causa del valor atribuido a la profesión por la sociedad: una profesión digna que formaba los niños para ser buenos ciudadanos. Era también el “pasaporte” para encontrar un buen casamiento: una profesora era respetada por la sociedad, que tenía refinamiento social, rendimiento financiero y cierta formación intelectual.  A pesar de su “estatuto” en la sociedad, su emancipación fue relativa, pues eran instrumentos del Estado en la difusión de su ideología.  Imbuidas de espíritu cívico, demostraban orgullo por servir al Estado, conforme se puede constatar en sus entrevistas.