Habiéndose constituido en república independiente en 1830 (tras formar parte de la Gran Colombia) el Ecuador pertenece a la primera oleada de países decimonónicos en haberse erigido en Estados-nación a nivel global. Este hecho no deja de ser significativo, puesto que Walter Bagehot “[…] presentó la historia del siglo XIX como la historia de la «construcción de naciones»” (en: Hobsbawm (1998: 9) La posibilidad de inaugurar la vida republicana solo vino posterior al rompimiento de cerca de tres siglos de orden colonial, en los que el actual Ecuador constituyó la llamada Real Audiencia de Quito.

Así pues, durante el siglo XIX la imagen sobre España, en la neonata nación ecuatoriana, basculó desde la hispanofilia a la hispanofobia, en cuya mayor o menor graduación tuvo mucho que ver la cercanía temporal a las guerras de independencia, así como la posición política de los distintos actores sociales de entonces. A medida que pasaba el tiempo, muchos vieron necesaria una reconciliación con España, en conjunto con un revisionismo histórico sobre el papel desempeñado por dicha nación en la “civilización” del continente, amén de su cristianización.

Estos discursos llegaron a los textos escolares. Dada la importancia que este tipo de literatura tiene en modelar los primeros imaginarios de una sociedad, además de su más o menos amplia difusión, resulta interesante indagar cómo las primeras generaciones de ecuatorianos se construyeron una imagen de España. Es pertinente mirar también en los contextos de emisión de discursos e imaginarios, con el fin de seguir el rastro a su evolución temporal, así como a la dialéctica del proceso.