Desde su génesis, el dispositivo escolar modeló subjetividades contribuyendo a la producción de corporalidades hegemónicas. A cada sexo, por ejemplo, la escuela le asignó un conjunto de atributos esperables, le prescribió una serie de movimientos, maneras de vestirse, de expresarse. Enmarcada en el campo de debates que en torno al cuerpo tienen lugar en las ciencias sociales, a través del enfoque cualitativo y tomando como caso a un colegio de CABA, el siguiente trabajo -resumen de la tesis con la que obtuve el grado Magister en Ciencias Sociales- plantea que la incorporación de la Educación Sexual Integral (ESI) en la escuela secundaria está visibilizando nuevas corporalidades y formas de participación entre los estudiantes. Alrededor de ese planteo, en las páginas que siguen analizaremos las prácticas de los y las estudiantes en el espacio escolar utilizando para ello la categoría de cuerpo como agenciamiento de poder y la categoría de participación estudiantil. En este trabajo, por lo tanto, nos hemos ocupado de analizar la participación estudiantil de los y las estudiantes en la escuela colocando en el centro del proceso de investigación la pregunta por la dimensión corporal que le es constitutiva e indisociable a toda praxis política. Entendimos que la participación tenía que ver con un modo de vivenciar el cuerpo, de establecer relaciones, movimientos, de construcción de un espacio, y que unido a una demanda social -que fue ampliando los derechos civiles- vino a interpelar el discurso a partir del cual se construyó la corporalidad dentro de la escuela. El trabajo permitió identificar usos, prácticas y sentidos que reconfiguran la idea de cuerpos que meramente reproducen el orden escolar y que pueden ser pensadas como formas novedosas de habitar el espacio