El bioarte propone lecturas disruptivas en relación al cuerpo, específicamente en torno a la noción biologicista del cuerpo como entidad natural dada. El cuerpo y lo que derive de él, es entendido y conceptualizado desde diversos modos de producción: fabricación, ensamblaje, armado y desarmado de órganos. Las distintas partes del cuerpo se constituyen como arquitecturas expandidas por fuera de sus propios límites, o de los límites que alguna vez se constituyeron en relación a él: la piel como elemento de clausura. La piel como límite físico que determina el adentro del afuera, y define al cuerpo como un organismo completo y cerrado sobre sí mismo. En el bioarte cada unidad del cuerpo puede ser extraída, transformada e intercambiada conformándose como lugar de inscripción. Los órganos, las células y el tejido devienen textos o códigos a ser producidos a través de estrategias de diseño basadas en concepciones posthumanistas, o en muchos casos transhumanistas. De esta manera, se construyen híbridos conformados entre lo definido como natural y artificial a partir de procedimientos propios de la genética, la biotecnología o la biología sintética, entre otras. El bioarte utiliza diversas tecnologías como medios para la conformación de las obras, resaltando así el carácter experimental de las prácticas bioartísticas. Estas nuevas entidades que fueron extraídas de un cuerpo, se ubican en un nuevo cuerpo-huésped o se presentan autónomas del cuerpo inicial o cuerpo-referente, dando inicio a la problemática de cómo abordar o, si cabe la posibilidad, de definir o determinar sus límites materiales o quizás la imposibilidad de la misma. El bioarte indaga en los cuerpos tecnocientíficos como espacios de reflexión acerca de las nociones actuales de cuerpo y de todas sus posibles derivaciones.